Bueno, otra vez me puse a tocar el violín esta semana, porque estoy consciente de que no me voy a acordar por casualidad, sino que tengo que practicarlo. Con ese mismo espíritu de mejora, me puse a tocar un día y me pasó algo inesperado.. (Sí, así como me pasó con que estuvieran arreglando la cancha), y es que rompí una cuerda. Irónicamente no me enojé, y como es de costumbre, mejor me puse a reflexionar qué podía ser la razón por la cual se me rompió la cuerda. Y creo que encontré una razón bastante razonable; existirán momentos en los cuales sienta que me falta algo para funcionar por completo, pero eso no significa que no pueda funcionar parcialmente. Lo sé, es algo raro, sobre todo porque empezó con una analogía con una cuerda rota, pero creo que es la verdad.
Nunca falta el momento en el que sentimos que nos falta algo, que se fue alguien que queríamos o simplemente no estamos conformes con lo que tenemos, pero es de suma importancia que sigas adelante, pues de alguna forma u otra, esa cuerda será reemplazada o arreglada. También me hizo reflexionar sobre las cosas que a veces olvido por fijarme en lo que no me falta y por eso mismo, no poder aprovecharla. Me encanta tener la música de vuelta en mi vida, me trae muchas enseñanzas y además es un momento de paz en el cual puedo reflexionar libremente.
Creatividad: 3 horas
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